Biocombustibles y cultivos energéticos

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Se llama biocarburantes a los combustibles líquidos de origen biológico, que resultan adecuados para sustituir a la gasolina o el gasóleo, bien sea de manera total, en mezcla con estos últimos o como aditivo. Encontramos dos grandes tipos: el bioetanol, que sustituye a la gasolina y el biodiesel, que se puede utilizar en lugar del gasóleo.

El bioetanol se produce principalmente mediante la fermentación de granos ricos en azúcares o almidón, por ejemplo los cereales, la remolacha azucarera y el sorgo. Mezclado con la gasolina convencional, normalmente como aditivo al 5%, puede utilizarse en los motores modernos de explosión que no han sufrido modificación. Los motores modificados, tales como los utilizados en los llamados vehículos de uso flexible de carburante, pueden funcionar con mezclas de etanol al 85%, así como con bioetanol puro y gasolina convencional.
 

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Otra modalidad de utilización es la síntesis de un aditivo incorporado a las gasolinas para aumentar el índice de octano, el ETBE, que sustituye al MTBE, de origen fósil. Para fabricar ETBE, el etanol se mezcla con un subproducto obtenido en las refinerías llamado isobutileno. El uso de este aditivo tiene como ventajas una menor volatilidad y solubilidad, además de una mayor eficiencia térmica y el hecho de resultar menos corrosivo. Como desventajas, la necesidad de disponer de isobutileno y la exigencia de un proceso industrial añadido. En general, lo más frecuente es utilizar el bioetanol absoluto en mezclas directas con gasolina, y en proporciones que pueden llegar al 10%, como en EE.UU., o hasta el 20%, como es el caso de Brasil. En Europa se utiliza mayoritariamente para la fabricación de ETBE, aunque la tendencia es ir también a mezclas con gasolina.

El biodiesel es el otro gran pilar de los biocarburantes. Se obtiene principalmente de plantas oleaginosas, tales como la colza, la soja o el girasol, si bien se pueden utilizar igualmente los aceites de fritura usados y las grasas animales. Los aceites extraídos se transforman mediante transesterificación hasta producir biodiesel (esteres metílicos). El biodiesel se utiliza en los motores de compresión, normalmente en forma de mezcla al 5% en los coches, hasta el 30% en las flotas cautivas (como los autobuses urbanos) y a menudo también en forma pura en los motores modificados.

El primer motor diesel de la historia se diseñó, allá por 1900, para funcionar con aceite vegetal (concretamente, de cacahuete), aunque el bajo precio que por entonces tenía el petróleo hizo que enseguida ocupase el lugar de aquel. Más de un siglo después, estos motores admiten el uso de biodiesel, que no es sino aceite vegetal modificado, con unas propiedades muy parecidas a las del gasóleo convencional. De hecho, este producto se utiliza actualmente en más de 25 países de todo el mundo, entre ellos España. Se puede utilizar biodiesel puro sin mezcla alguna, aunque también podemos encontrar diversas mezclas que van desde el 10% (B-10), hasta el 30% (B-30). La legislación española estipula que las mezclas de biocarburantes con gasolinas y gasóleos han de disponer de un etiquetado especial siempre que se supere la proporción en volumen del 5% de biocarburantes.